2011-09-08

La paradoja de la espera

En lo recóndito de su corazón y de su razón algo le decía que la vida no era por ahí.

Se derrumbó en lamentos y en oportunidades, en la ocasión especial para renovar votos, para dar cuenta del cambio. Pero ahí quedo, esperando.

Mi papi vivió toda su vida esperando luego que mi mami lo humillara todo el tiempo porque nunca lo quiso reconocer que la casa era de ambos sino que solo era de ella. Y bueno si, era una herencia que recibió pero él nunca le pidió mucho, solo que lo nombrara en ella así en los papeles no figurara. Mi papi espero y aguanto pensando que cambiaria. Paso el tiempo y yo también estaba esperando, un golpe, otro, una humillación, que llegara y abusara de mi, todo eso paso y yo seguí esperando.

Al principio se que llegue y llore mucho, no paraba de llorar, pero fue porque creía que no iba a ser capaz de dejarlo, sabia que lo había decidido pero como varias otras oportunidades volvía con él y otra vez la sala de espera se volvía eterna.

Finalmente nos dijeron que a mi papi le quedaban 6 meses de vida, bueno a él nunca le dijeron, pero así fue, enfermo y enfermo mas, pero él siguió esperando. Yo lo vi y él me dijo que no hiciera lo mismo.

Se murió esperando que mi mami cambiara. Y claro mi mami es una buena mujer y mi papi también. Fue como si todo lo de mi papi se me devolviera en cachetadas, en sacudidas agobiantes. Llore mucho y aunque creí que no iba a ser capaz lo intenté.

Y hoy vas volando, hace rato quería decírtelo pero con él al lado no sabia que tan prudente era, porque sabes tu como esta de animo. Pero quería que te dieras otra ves tu lugar para decirte que te ves radiante, te arreglas y emitas una energía muy agradable.

Si yo pensé que no podía por pesar, todavía me daba mucho pesar pero así no hacia sino creerme mas que no era capaz. Y mire que no se que hacer, ahora me ofrecieron una oportunidad de trabajo dizque de administradora de una panadería. Yo le dije a mi hermana que quería cambiar de trabajo, porque limpiar en casas es agotador y ya no me rendía igual, y le dije: “pero que podre hacer si yo no se hacer nada”, y mire que felicidad, claro que la pienso, pero no se si por aceptarlo se cierren otras puertas. Pero eso es otro cuento que debo empezarme a creer, ¿no cree?